CUENTOS EN Y PARA TUMACO





EL  CUBILINCHE
Por: Miguel Oviedo Risueño

Narra la historia del hermoso pájaro, de canto dulce, cuyo origen es la reencarnación de una bella mujer. “Edelmira”. Zumbi Dos Palmares, era un viejo pescador de Santinga que recorría los caminos del mar, siguiendo los esteros con su canoa. Cargaba siempre, aves de colores preciosos, pieles multicolores, además de hierbas aromáticas y curativas.
Cierto día se organizó una caravana de pescadores con destino a Salahonda.  Que por esos días se hallaba en subienda, se unió a la expedición.
Los pescadores,  iban cruzando el río Mira, este nace en los andes ecuatorianos y entra a Colombia por el municipio de Tumaco para desembocar en el mar Pacifico. Cubre los territorios Colectivos de Comunidades afrocolombianas del Alto Mira y Frontera, Bajo Mira y Frontera, así como la parte baja de la Carretera que comunica a Pasto con Tumaco en el departamento de Nariño. En el momento en el cual alcanza la cota máxima, el río se junta con el mar por el sur occidente y noroccidente, entre los sectores de Agua Clara e Inguapí la Chiricana. Embarcados en fuertes canoas, la caravana , viajava lenta, cuando escucharon un canto no identificado hasta entonces. Los pescadores desembarcaron al oír esta dulce melodía y se adentraron en el espeso bosque contiguo al río.
Cuando llegaron al lugar donde surgía el canto, los pescadores se asombraron al descubrir una hermosa doncella. Una joven narcótica de curvas exactas y piel de ébano humo que alzaba sus brazos en lo que pareció ser una estudiada pose de bailarina clásica a punto de lanzarse. A medida que la canoa se acercaba comprendían que aquel trayecto supondría una buena oportunidad para saciar el íntimo visual acumulado en los últimos días. La joven misteriosa fue capturada a pesar de sus súplicas, y la obligaron a subir a la embarcación.
El camino era largo hasta Salahonda, así que tomaron un pequeño descanso. Cuando Zumbi Dos Palmares, llevó a la triste mujer a sus aposentos, allí la tranquilizó. Como no consiguió que la joven hablara a pesar de todas sus preguntas, le dio nuevo nombre: Edelmira, que significa amante al vuelo.
Zumbi Dos Palmares le ofreció todas sus riquezas y abalorios, las plumas multicolores del cubilinche,  los aderezos de oro, peces  y trajes exquisitamente tejidos. Edelmira ni siquiera se emocionó al ver  tan fascinantes riquezas, pues ella había observado ésas y muchas otras cosas en el bosque donde venía.
Gracias a las enormes riquezas que poseía, Zumbi Dos Palmares pudo ofrecer una gran fiesta para agradecer el hallazgo de tan bella mujer. El requisito para asistir era adornarse con plumas del cubilinche. Todos se engalanaron con ellas.
En la fiesta de agradecimiento, se repartió aguardiente de caña, así como de otras bebidas fermentadas, y por último se sirvió un postre espumoso  y dulce de cacao. Sin duda, Edelmira destacaba por su gran belleza entre todos los participantes; vestía de hermoso traje confeccionado con las más finas telas, regalo de Zumbi Dos Palmares.
El festejo duró tres días. Al término, Zumbi Dos Palmares se desposó con la encantadora Edelmira. A pesar de todos los regalos que su amante le ofrecía, Edelmira no era feliz. Pasaba los días postrada en el mirador de la casa sin pronunciar una palabra. Con sus ojos buscando la paridad de un color azul oscuro casi negro; las pupilas borrachas de infinito, mirando a través del cristal; los labios hinchados de tanto beso perdido, cuyas comisuras parecían continuar siguiendo la línea marcada por la cubierta del amor. Los pómulos suaves, intocables, la barbilla al límite de un rostro sin límites… Y todo ello envuelto en una piel de color imposible, de tersura dolorosa para cualquier tacto, acariciarla supondría, sin duda, un sueño absolutamente inmortal. Ella no hablaba, pero su canto contaba la historia no contada, la de su verdad, la violencia con que había sido usurpado su amor por Zumbi Dos Palmares y concebía, que ella engañaba a su verdadero amor al verse sometida a los placeres de su nuevo amor.

Cierto día, Zumbi Dos Palmares tuvo que partir a un viaje, que era a la desembocadura del rio. Suena paradójico el hecho de que el rio Patía y la quebrada  La Turbia, afluente del que en ese entonces era un pequeño río, el Sanquianga, trajera además de graves problemas de erosión de orillas y pérdida constante de viviendas, diera prosperidad económica a Bocas de Santinga. Pues ese amor de los ríos y entrañable fuerza de las aguas, se reflejaba en la traición que sentía Edelmira en el corazón, pues bien, Zumbi Dos Palmares tenía que cumplir una misión. Dejó a su amante a cargo de sus trabajadores y se encamino a los estrechos  para llegar con bien a su destino.
Cuando la expedición avanzaba cerca de los bosques que colindaban con el río de las Mariposas, Zumbi Dos Palmares escuchó un hermoso canto que le pareció conocido. De inmediato ordenó desembarcar y se adentró en el espeso follaje. En el sitio en donde se entonaba la melodía, descubrió parado en una rama un insignificante pájaro, que huyó despavorido al verlo acercarse sigilosamente.
La caravana cumplió su misión y meses después iban de regreso a su hogar. Al llegar a su casa, Zumbi Dos Palmares fue recibido con la terrible noticia: ¡Edelmira había muerto!.
Una tarde nublada, Edelmira había fallecido y su alma se convirtió en un hermoso pájaro que emprendió el vuelo hacía la lejanía emitiendo tristes y desgarradoras notas. Zumbi Dos Palmares, dolorido, recordó el pájaro que había visto días atrás junto a las aguas del Sanquianga y sufrió mucho al saber que su amante se había alejado de sus brazos para siempre. Cuentan en Tumaco, que cuando una mujer le es infiel a su esposo el pájaro cubilinche, se para encima de las casa y canta su triste melodía.

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