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Mostrando entradas de julio 23, 2013

CUENTO PARA NIÑOS

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MARTIN PESCADOR POR: Miguel Oviedo Risueño A Martin le sucedió una noche que no podía dormir, cuando hasta horas muy altas, se quedó mirando televisión, a escondidillas de sus padres. Era un niño de siete años. Entonces se acordó que un amigo le trajo desde el mar un caracol y le sugirió que se lo colocara en el oído para escuchar el ruido del mar esto le ayudaría a dormirse. Pero desde esa noche no lograba conciliar el sueño si no era escuchando el sonido del mar. Desesperados sus padres decidieron mudarse a un pueblito de mar y consiguieron en alquiler una torre sobre unas rocas, que había sido un antiguo faro y que se podía arreglar como vivienda. Martín estaba maravillado con aquel lugar. Cada noche dormía con la ventana bien abierta. Escuchaba el rumor del mar como si se tratara de música para sus oídos, dormía como un lirón y despertaba con entusiasmo, paseando por la playa, jugando y cantando y llegada la noche volvía a escuchar el mar y dormía. Ci

DOS GOMITAS Y UN TANGO

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DOS GOMITAS Y UN TANGO Por: Miguel Oviedo Risueño Era de un costillar asombroso flaco, tonto y soñador. Se sentó detrás de la figura de ojos azulados mientras escuchaba tono y tono de las canciones religiosas se imaginaba el retumbar de tambores y grito de animal. Con su huesuda mano, se acomodo las gomitas blancas conectadas al reproductor de música de tercera generación que ocultaba a la sombra de la figura sentada en frente del sacerdote todo vestido de púrpura y rojo y menos azulado que los ojos de la mujer. Cada nota y retumbar de su tímpano se escuchaba claramente, aún más alto que el tronar de la prédica del padre Anselmo o el chillar de los asientos en las nalgas gordas de las beatas, junto a su asiento en la iglesia en la que se había despertado este hombre. Sus manos, secas y torpes tenían un cartucho blanco enredado y danzando de nervios entre los dedos, arriba, un ramo de flores con una cinta violeta cruzada y, un nombre que no alcanzaba a lee