CARLIN EL GATO
El gato, un tanto golpeado y con algunas heridas, apareció por la calle en media luna y se detuvo, en la puerta gris de madera. Carmelita se le quedó mirando y su primer instinto fue buscar al dueño. Llamó de puerta en puerta, en la Calle Octava del Barrio Puenes, y nadie parecía echar de menos al blanco con manchas negras. Le dio leche, lo llevó al veterinario, se gastó el poco dinero que tenía en antibióticos. El felino no se despegaba de élla, y cuando salían a la calle la seguía como un perrito faldero. Una mañana se subieron juntos en el bus, y el gato se sentó a su lado con pasmosa naturalidad, como si supiera a dónde lo llevaba. Ese día supo que su destino estaba sellado. Lo llamó Carlín, y aún hoy está convencida de que se trata de “un humano-gato”. Carmelita ya no trabajaba, había levantado la tienda del barrio, donde por muchos años, fue la tendera, que vendía al fiado a los vecinos, que día a día hacían sus compras de diario. Después de casi doce a...