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CUENTO PARA NIÑOS

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MARTIN PESCADOR POR: Miguel Oviedo Risueño A Martin le sucedió una noche que no podía dormir, cuando hasta horas muy altas, se quedó mirando televisión, a escondidillas de sus padres. Era un niño de siete años. Entonces se acordó que un amigo le trajo desde el mar un caracol y le sugirió que se lo colocara en el oído para escuchar el ruido del mar esto le ayudaría a dormirse. Pero desde esa noche no lograba conciliar el sueño si no era escuchando el sonido del mar. Desesperados sus padres decidieron mudarse a un pueblito de mar y consiguieron en alquiler una torre sobre unas rocas, que había sido un antiguo faro y que se podía arreglar como vivienda. Martín estaba maravillado con aquel lugar. Cada noche dormía con la ventana bien abierta. Escuchaba el rumor del mar como si se tratara de música para sus oídos, dormía como un lirón y despertaba con entusiasmo, paseando por la playa, jugando y cantando y llegada la noche volvía a escuchar el mar y dormía. Ci...

DOS GOMITAS Y UN TANGO

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DOS GOMITAS Y UN TANGO Por: Miguel Oviedo Risueño Era de un costillar asombroso flaco, tonto y soñador. Se sentó detrás de la figura de ojos azulados mientras escuchaba tono y tono de las canciones religiosas se imaginaba el retumbar de tambores y grito de animal. Con su huesuda mano, se acomodo las gomitas blancas conectadas al reproductor de música de tercera generación que ocultaba a la sombra de la figura sentada en frente del sacerdote todo vestido de púrpura y rojo y menos azulado que los ojos de la mujer. Cada nota y retumbar de su tímpano se escuchaba claramente, aún más alto que el tronar de la prédica del padre Anselmo o el chillar de los asientos en las nalgas gordas de las beatas, junto a su asiento en la iglesia en la que se había despertado este hombre. Sus manos, secas y torpes tenían un cartucho blanco enredado y danzando de nervios entre los dedos, arriba, un ramo de flores con una cinta violeta cruzada y, un nombre que no alcanzaba a lee...

CUERPOS MOJADOS

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                      CUERPOS MOJADOS Por: Miguel Oviedo Risueño “El pasado mes de marzo el agua cayó tanto que cuando desperté, pensé:  ¡Llovió toda mi infancia! Como en el “poema invierno” (Jotamario Arbeláez – El profeta en su Casa- paños menores 1988).  Los hombres y mujeres del barrio aleteaban entre los alambres descolgando la ropa. Y achicando hacia la calle el agua que entraba a los cuartos.  Acompasábamos con música de olla y bacinillas las goteras del techo, que vaciábamos al sifón cuando se desbordaban. Andábamos descalzos arremangados los pantalones. Mi vecina del tercer piso volaba con un plástico hacia la sala para cubrir la nueva enciclopedia ilustrada. Atravesando los tejados de luz a la sombra del palo de agua, la vi inclinarse y la transparencia de su camiseta mojada me mostró lo que a diario imaginaba cuando la veía caminar con su jean apretado, cruzar junto a la ven...

CUENTOS PARA NIÑOS

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MARTIN PESCADOR POR: Miguel Oviedo Risueño A Martin le sucedió una noche que no podía dormir, cuando hasta horas muy altas, se quedo mirando televisión, a escondidillas de sus padres. Era un niño de siete años. Entonces se acordó que un amigo le trajo desde el mar un caracol y   le sugirió que se lo colocara en el oído para escuchar el ruido del mar esto le ayudaría a dormirse. Pero desde esa noche no lograba conciliar el sueño si no era escuchando el sonido del mar. Desesperados sus padres decidieron mudarse a un pueblito de mar y consiguieron en alquiler una torre sobre unas   rocas, que había sido un antiguo faro y que se podía arreglar como vivienda. Martin estaba maravillado con aquel lugar. Cada noche dormía con la ventana bien abierta. Escuchaba el rumor del mar como si se tratara de música para sus oídos, dormía como un lirón y despertaba con entusiasmo, paseando por la playa, jugando y cantando y llegada la noche volvía a escuchar el mar y dor...

POESIA COLOMBIANA - POEMAS EN PUNTO G. POEMAS EN PUNTO DE GUERRA - MIGUEL ALFREDO OVIEDO RISUEÑO

Poemas en punto G. Poemas en punto de guerra, por Miguel Oviedo Risueño

SERMON DE GALLO PARA LA MEMORIA

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  SERMON DE GALLO   PARA LA MEMORIA Miguel Oviedo Risueño En la cima del campanario de la iglesia de nuestra señora del Pilar de Aldana, quedaba la cornisa más alta del pueblo, donde se encontraba doña Conchi Quis Cualtud, de pie, a 12 metros del suelo. Suficiente para quitarle la vida a cualquiera. Por eso, el párroco Vicente Gallo rezaba junto a todos sus feligreses para que se produjese un milagro… y para ellos así ocurrió. Conchi, al mirar hacia abajo y encontrarse con toda la muchedumbre, se distrajo, cerró los ojos por unos segundos, luego los abrió, miró otra vez a su alrededor y se quedó profundamente perpleja: no tenía ni la menor idea de por qué estaba parada ahí. Ese fue su primer síntoma de “no sé qué” enfermedad de olvido padecía, y más   tratándose de una mujer que no superaba los 35 años de edad, y mucho menos aún si hablamos de un poblado olvidado al sur de Colombia y con apenas 800 habitantes en el casco urbano. Los vecinos se arremo...