LAPIDA

LAPIDA


“NECESITE TODA UNA VIDA PARA LLEGAR HASTA AQUÍ
 Y CUANDO ME VAYA, QUEDARAN LOS PÁJAROS CANTANDO”
                                                                                                               Miguel Alfredo Oviedo Risueño

Cuando yo me muera, No quiero flores ni entierros,
ni cantos fúnebres,  ni lágrimas.
Sino una alegre reunión de amigos con recuerdos que no tengan palabras; que haya música de Joaquín Sabina, sonando en toda  la casa. Que se engalanen las puertas y se abran todas las ventanas.

Quiero ser parte del canto del viento entre tupidas ramas, de arboledas verdes  entre corrientes de aguas de ríos de mi Nariño.
Del perfume de flores silvestres en canteras y quebradas
Como polvo de espinas que no fueron clavadas
Como el agua y la arena desapareciendo. Y no quedando de mí nada, nada.

Porque todo está  allá.
Hacia donde voy no hay cuerpos ni palabras. Solo el sueño inmenso, interminable de los que a la orilla del camino descansan después de una larga jornada, agotadora, injusta, aguerrida.

La soledad y el llanto me visitaron con frecuencia, pero también tuve logros y alegrías, recompensas, sueños cumplidos, y el amor, siempre en demasía.
¡Estuvo cerca de mí siempre!.

¿Que tenga otra vida?
Una no encontrada  en ningún libro, en donde parta en viaje por  el mar
con el reflejo del agua en mi cuerpo.  Una vida nueva con nuevos senderos para recorrer bosques y quebradas, cielos  limpios de nubes
donde cante el viento y brille  el agua.

Quiero quedar flotando entre flores y palabras
traspasar los cristales tibios de soleadas ventanas
ir con el viento a la copa de los árboles y al fondo de  los valles.
Quiero ser libre del miedo y del dolor
quiero cantar con la voz del silencio, quiero sentir de las flores el color
Y reposar en infinita calma.












DE LAS COSAS SIN NOMBRE

“NECESITE TODA UNA VIDA PARA LLEGAR HASTA AQUÍ
 Y CUANDO ME VAYA, QUEDARAN LOS PÁJAROS  AUN CANTANDO”
                                                                                                                 Miguel Alfredo Oviedo Risueño


El tiempo pasa.
La vida vuela.
Las distancias separan.
Los hijos crecen.
Los trabajos van y vienen.
La pasión disminuye.
Los hombres no siempre somos lo que se supone
que deberíamos ser.
El corazón se rompe.
Los padres mueren.
Los amigos olvidan los favores recibidos.
Las carreras llegan a su fin.

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