JULIO CORTAZAR CIEN AÑOS 1914 - 2014
Julio Cortázar
Por: Miguel Oviedo Risueño
(Bruselas, 1914 - París, 1984) Escritor
argentino, una de las grandes figuras del «boom» de la literatura
hispanoamericana del siglo XX.
La obra de Julio Cortázar
La literatura de Cortázar parte de un
cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos existencialistas en la
medida en que puede caracterizarse como una búsqueda de la autenticidad, del
sentido profundo de la vida y del mundo.
En la obra de Cortázar, el instinto, el
azar, el goce de los sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse
con la escritura, que es a su vez la formulación del existir en el mundo. Las
rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan al lector de su punto de
vista convencional, proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de
modo que el acto de la lectura es llamado a completar el universo narrativo.
Los cuentos
En el ámbito del cuento, Julio Cortázar
es un exquisito cultivador del género fantástico, con una singular capacidad
para fusionar en sus relatos los mundos de la imaginación y de lo cotidiano,
obteniendo como resultado un producto altamente inquietante. Ilustración de
ello es, en Bestiario (1951), un cuento como "Casa tomada", en el que
una pareja de hermanos percibe cómo, diariamente, su amplio caserón va siendo
ocupado por presencias extrañas e indefinibles que terminan provocando,
primero, su confinamiento dentro de la propia casa, y, más tarde, su expulsión
definitiva.
Rayuela y la narrativa inclasificable
Pero es precisamente lejos del relato
corto donde reside la huella revolucionaria e irrepetible que Julio Cortázar
dejó en la literatura en lengua española, desde su novela inicial (Los premios,
1960) hasta la amorosa despedida textual de Nicaragua, tan violentamente dulce
(1984). El momento álgido de esta propuesta innovadora que aniquilaba las
convenciones genéricas fue la escritura de Rayuela (1963).
Protagonizada por un álter ego de
Cortázar, Horacio Oliveira, Rayuela narra el itinerario de un intelectual
argentino en París (primera parte) y luego en Argentina (segunda parte), para
agregar, en la tercera parte y al modo de misceláneas, una serie de anotaciones,
recortes periodísticos, poemas y citas que pueden intercalarse en la lectura de
las dos primeras, según el recorrido que decida el lector, a partir de los dos
que propone el autor.
Alterna el cuento con el ensayo, el
poema y el fragmento narrativo o crítico. En este apartado merecen mención
aparte las inefables Historias de cronopios y de famas (1962), graciosos y
complejos personajes simbólicos con singulares actitudes frente a la vida, Un
tal Lucas (1979), irónico retrato de un personaje de extraña coherencia, y el
casi póstumo Los autonautas de la cosmopista (1983), irrepetible mezcla de
diario de viaje y testamento de amor.
He
aquí los cronopios y los fama
“Cuando los famas salen de viaje,
sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al
hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el
color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta
declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del
contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de
los médicos de guardia y sus especialidades.
Cuando los cronopios van de viaje,
encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos,
y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios
no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y
a la hora de dormir se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima
ciudad.» Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos
están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan
los cronopios”.
LEÓN Y CRONOPIO
Un cronopio que anda por el desierto se
encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente:
León. —Te como.
Cronopio (afligidísimo pero con dignidad). — Y
bueno.
León. —Ah, eso no. Nada de mártires conmigo.
Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy
esperando. ¿No dices nada?
El cronopio no dice nada, y el león
está perplejo, hasta que le viene una idea.
León. —Menos mal que tengo una espina en la
mano izquierda que me fastidia mucho. Sácamela y te perdonaré.
El cronopio le saca la espina y el león
se va, gruñendo de mala gana:
—Gracias, Androcles.
CÓNDOR Y CRONOPIO
Un cóndor cae como un rayo sobre un
cronopio que pasa por Tinogasta, lo acorrala contra una pared de granito, y
dice con gran petulancia, a saber:
Cóndor. —Atrévete a afirmar que no soy
hermoso.
Cronopio, —Usted es el pájaro más hermoso que he
visto nunca.
Cóndor. —Más todavía.
Cronopio. —Usted es más hermoso que el ave del
paraíso.
Cóndor. —Atrévete a decir que no vuelo alto.
Cronopio. —Usted vuela a alturas vertiginosas, y
es por completo supersónico y estratosférico.
Cóndor. —Atrévete a decir que huelo mal.
Cronopio. —Usted huele mejor que un litro entero
de colonia Jean-Marie Fariña.
Cóndor. —Mierda de tipo. No deja ni un claro
donde sacudirle un picotazo.
FLOR Y CRONOPIO
Un cronopio encuentra una flor
solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es
una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la
flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una
abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme
envuelto en una gran paz.
La flor piensa: «Es como una flor.»
FAMA Y EUCALIPTO
Un fama anda por el bosque y aunque no
necesita leña mira codiciosamente los árboles. Los árboles tienen un miedo
terrible porque conocen las costumbres de los famas y temen lo peor. En medio
de todos está un eucalipto hermoso, y el fama al verlo da un grito de alegría y
baila tregua y baila cátala en torno del perturbado eucalipto, diciendo así:
—Hojas antisépticas, invierno con
salud, gran higiene.
Saca un hacha y golpea al eucalipto en
el estómago, sin importársele nada. El eucalipto gime, herido de muerte, y los
otros árboles oyen que dice entre suspiros:
—Pensar que este imbécil no tenía más
que comprarse unas pastillas Váida.
TORTUGAS Y CRONOPIOS
Ahora pasa que las tortugas son grandes
admiradoras de la velocidad, como es natural.
Las esperanzas lo saben, y no se
preocupan.
Los famas lo saben, y se burlan.
Los cronopios lo saben, y cada vez que
encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda
pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.
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