DOS POEMAS - DOS AMIGOS

 




Inmensidad ausente

Eduardo Jaramillo Cabrera


La calle que recorrías no es la misma,

ahora transito caminos diferentes,

recuérdala cuando sea febrero,

va conmigo tu nombre de brazo con el mío.

 

Ya no habito la casa que conocías,

es solo el recuerdo de niños en triciclo,

la farola en la intimidad de tu ventana

a la hora que descansa en la silla tu vestido,

el antejardín y su pino, el perro dormido en la vereda.

 

Las cartas a menudo se extravían,

no envíes ningún recado

mas bien... llámame bajo el azul de este cielo intacto,

en la calma de las horas que festejan tu sueño,

nómbrame en el tiempo que me envolvió

en la inmensidad vital de tu vientre.

 


 

Efecto Mozart

Miguel Oviedo Risueño

 

Pensabas que la casa está vacía.

¡No!.

Hay muebles de sala y un comedor acogedor.

Una luz de la lámpara de piso en contra de la oscuridad,

una mesita que sirve de escritorio y en ella, libros y periódicos.

 

Un Cristo que nos mira desde la pared

y unos elefantes que caminan perezosos dando la espalda a la puerta de entrada.

¡Para la buena suerte! Me dijiste un día.

¿Pensabas que en estas paredes están nuestros corazones?

 

Tal vez en los discos aun no escuchados,

hoy desplazados por la música continua en internet.

 

Si, aquí están estos papeles que escribo hoy.

Con ellos una revista donde las notas musicales saltan de la portada

y se pierden resbalando por las paredes,

para salir entre la ventana medio abierta.

 

Allí te encuentro saltando en la calle, mientras juegas a la rayuela

en las notas musicales de Sonata para dos pianos en re mayor.

 

Adentro en modo menor, el Adagio de Albinioni, triste y lenta.

paseando sobre los lomos de los libros perdido en el tercer movimiento.

 

No obstante te recuerdo que,

Yo soy esta casa sin salida, rota al menos por la puerta

o por el sonido de esta melodía.

En ella se pierden o se enredan mis gafas para ver de cerca,

sobre ellas las alas de un colibrí se llenan de aire al abanicarlo con furia.

 

Seguramente cuando te fuiste.

lo hiciste pensando que la casa estaba vacía

y nunca te detuviste a escucharla en su andamiaje estructural.

 

Si yo te pidiera que la escuches

¿Regresarías?

Los dos la llenaríamos de amigos, y todos cabríamos

en las paredes, entre las notas musicales que resbalan

con esa melodía que nunca olvidamos.

 

 

 

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